
Hay libros que no alzan la voz. Se acercan, susurran, y en ese susurro nos dicen la verdad.
Tiempo de espera, de José Sarriá, es uno de ellos.
Llegó sin avisos, una tarde cualquiera de esas que huelen a lentitud. Lo abrí como quien hojea un diario ajeno, con cierto escepticismo. Pero pronto me sentí leído por él.
No era un poemario de arrebato ni de fuegos de artificio: era un murmullo. Una respiración que no pedía atención, pero la retenía. Como si alguien —con voz antigua y serena— dijera: “no corro, pero tampoco me detengo”. Y ahí, en ese ritmo, reconocí algo que no esperaba: una forma de habitar el tiempo sin rendirse a él.
El libro como espejo
Tiempo de espera no pretende deslumbrar. Tampoco consolar. Es un espejo de azogue agrietado, donde cada verso devuelve una imagen parcial, temblorosa, pero cierta.
No enuncia respuestas. Revela fisuras: la pérdida, la identidad, la espera como estado del alma.
Leer a Sarriá no es asomarse al mundo, sino quedarse dentro, con una lámpara encendida. Sus poemas no empujan ni moralizan: acompañan.
En una época donde la poesía se disfraza de consigna, este libro apuesta por lo contrario: por la pausa, por la grieta. Por ser un libro al que uno vuelve cuando la vida duele o calla.
El tiempo como herida y refugio
Sarriá no mide el reloj: mide el silencio entre un latido y otro. El tiempo, aquí, no es calendario ni nostalgia. Es herida y refugio.
Es espera que desespera, pero también quietud que aguanta.
Cada poema parece escrito desde una silla que no se ha movido en años. Como si el autor supiera que la velocidad arrasa, pero la lentitud revela. Porque solo quien se queda el tiempo suficiente puede ver cómo se arruga la luz en una cortina, o cómo una ausencia se vuelve parte del paisaje.
La espera no como inercia, sino como forma de estar en el mundo. Y el dolor no como grito, sino como rumor de fondo. Una de las intuiciones más potentes del libro: que hay dolores que no piden ser curados, sino simplemente nombrados.
En Sarriá, el tiempo no solo pasa. El tiempo observa. El tiempo aguanta. El tiempo también escribe.
Sarriá como testigo silencioso
José Sarriá no escribe desde la urgencia ni el deseo de deslumbrar. Su poesía no pide paso, pero permanece.
Escribe como quien se aparta del ruido, no por desprecio, sino por fidelidad a lo que importa.
No hay pirotecnia en Tiempo de espera. No hay retórica desbordada ni imágenes en llamas. Hay otra cosa, más difícil: equilibrio. Sarriá no golpea, socava. No sacude, cala. Dice lo justo. A veces, ni eso: insinúa. Y deja que la grieta se abra en el lector.
Su voz parece venir de un lugar donde ya no hay necesidad de demostrar nada. Como si la escritura no fuera un estilo, sino una forma de no olvidarse de vivir.
Y eso, en tiempos de exhibición, es profundamente subversivo.
Andalucía sin postal
La Andalucía que recorre este libro no lleva volantes ni farolillos. No canta. No pide aplausos.
Es una Andalucía interior, de patios en sombra, callejones sin ruido, silencios que huelen a jazmín seco. No hay aquí costumbrismo ni estampa. Tampoco reivindicación. Lo andaluz en Sarriá no es bandera, es piel: se lleva puesta, pero no se enseña.
El paisaje no es decorado: es respiración. Aparecen terrazas frente al mar, ciudades como espejos rotos, rincones donde la luz cae de forma oblicua. Ningún lugar está elegido al azar: todos forman parte del alma que se recompone.
Esa sobriedad es quizá una de las mayores virtudes del libro. Porque podría haber caído en lo fácil —en el tópico, en la emoción folclórica— y no lo hace. En su lugar, nos da una tierra en penumbra, que recuerda y calla, que observa desde los márgenes.
Una Andalucía más cerca de Juan Ramón y Valente que de cualquier tentación regionalista.
Aquí, el paisaje no se grita: se respira. El mar no es postal, es herida abierta. Y el Sur no es destino: es origen que sigue doliendo.
Sarriá le devuelve al Sur algo que a menudo se le niega: su temblor, su melancolía, su hondura.
Música baja, verdad alta
Sarriá no juega al deslumbramiento. Ni falta que le hace. Lo suyo es la hondura sin estridencias.
No empuja, no asalta. No derriba al lector con su forma: lo roza. Pero deja marca.
Escribe como quien camina descalzo por un patio al amanecer: sin hacer ruido, pero sintiéndolo todo. Nada sobra. Nada reluce de más. Su poética es una economía del alma: dice poco, pero lo que dice reverbera.
Hay un coraje en no adornar. Un arte en dejar espacios sin rellenar.
Sarriá no encadena metáforas: suelta imágenes como quien deja migas en un camino hacia uno mismo. No busca epatar. Busca acompañar. Es la voz de quien ha pasado por lo hondo y no necesita demostrarlo.
Recuerda a Valente por su contención, a Gamoneda por su temblor seco, a Cernuda por la belleza de la renuncia. Pero sin imitación. Sarriá no escribe para parecerse: escribe desde su centro.
Su estilo no pide aplauso: pide silencio. Porque ahí, en esa música baja, se filtra la verdad.
Hay versos que parecen susurrados en la barra de un bar al filo del cierre. Otros que podrían decirse al oído de un moribundo. Otros que se parecen demasiado a la voz que evitamos oír: la nuestra.
Final con eco
Cuando cerré Tiempo de espera, no sentí un final. Sentí un eco.
No es un libro que se termina: es un libro que queda. Como queda la sal en la piel después del mar. Como queda la silueta de una casa apagada al fondo de la noche.
No hay clímax emocional. No hay artificio. Solo un murmullo persistente que habla de lo que somos cuando nadie nos ve.
Sarriá ha escrito un poemario que no pretende impresionar. Pretende acompañar.
Un libro para leer sin prisa. Para volver a él sin vergüenza. Porque hay días —y todos los tenemos— en los que no necesitamos una voz que nos empuje, sino una que nos espere.
Tiempo de espera no es una respuesta. Es un espejo sin marco. Uno que no adorna, pero refleja.
Y al reflejarnos, nos recuerda que vivir, al fin y al cabo, es eso: esperar sabiendo que nada vuelve, pero algo permanece.
Datos bibliográficos de Tiempo de espera, de José Sarria:
- Autor: José Sarria
- Título: Tiempo de espera
- Editorial: Valparaíso Ediciones (Granada)
- Primera edición: 11 de abril de 2022
- ISBN-13: 978-84-18694-88-2
- Encuadernación: Rústica con solapas
- Páginas: 68
- Dimensiones: 13,5 x 21 cm
