Feria del Libro de Madrid, año 2014.
Firmaba Golpes de cabestro en una caseta. En la de enfrente, Mario Vaquerizo no daba abasto con su libro: su cola parecía una verbena.
Ni en las fiestas veraniegas de mi pueblo, con orquesta y chocolate con churros gratis, vi tanta gente esperando.
Yo miraba cómo la gente pasaba de largo… y se sumaba a aquella enorme fila.
Estaba solo. En soledad.
Hasta que vino Soledad —la amiga madrileña de mi novia—, me compró el libro y me hizo esta foto.
Supongo que no estuvo mal que Soledad me salvara de la soledad.

